“La palabra especial no significa lo peyorativo de un individuo, ni tampoco la discapacidad o deficiencia, o como muchos le hemos llamado: con necesidades especiales. Ser especial es ser persona, es tener ese gran soplo individual que Dios nos ha dado para distinguirnos entre nuestros semejantes, soplo que se transfigura en identidad, unidad, autonomía y libertad… pero sobre todo en la capacidad de amar, soñar, transformar, trascender y Vivir…”
LA EDUCACIÓN
La educación por su naturaleza misma debe y tiene que ser especial, una educación que no sostenga esta argumentación será una simple instrucción o entrenamiento de un individuo o varios alumnos. Será mecanicista, autoritaria, represiva y sin amor. Cuando los docentes se olvidan de que su labor educativa debe ser ESPECIAL, hacen de sus clases un martirio para sus discentes, hacen de los episodios didácticos una rutina sádica y triste para muchos de sus alumnos .
La educación debe y tiene que ser especial, por la simple razón que de ella depende que un alumno se embellezca como persona misma. El maestro debe reconocer que sus alumnos son PERSONAS dotas de diferentes valores, necesidades e intereses. Con diferentes estilos para aprender y responder ante la misma realidad que los envuelve. El pragmatismo, la homogeneidad, la utilización de la evaluación como medición, la rutina, la disciplina sin amor, la burocracia del mismo sistema educativo, ha hecho de los alumnos y maestros una educación fría, sin valor y sin interés personal para los mismos alumnos y maestros. Escuelas frías y simples instructoras, maestros tristes, simuladores y hartos de lo que enseñan y vive.
La educación no debe ser únicamente instruir sobre las materias disciplinares como: las matemáticas, el español o las ciencias experimentales y sociales; la educación debe exigir a los maestros educar y formar para la vida, para la realidad. Debemos los maestros SER especiales, ya que tenemos que llevar a nuestros alumnos a un aprendizaje autónomo y significativo, pero sin olvidarnos de la formación de su ser y su quehacer ante una sociedad real y no virtual enseñada en las aulas.
La educación que se da en las escuelas aún no es especial, porque si así lo fuera, el maestro estaría enseñando con el ejemplo de su Vida, estaría formando con su personalidad y su propia coherencia del Ser y del Deber ser. Aun existen maestros que no son especiales, trabajan sin vocación, trabajan sin formación y trabajan sin identidad propia y con carencia de corazón.
La educación sistemática-humanista exige de maestros que amen su trabajo, maestros que enseñen con el ejemplo, maestros que tomen en cuenta con amor y paciencia las necesidades, ritmos y estilos diferentes de aprender de sus alumnos, maestro que sean innovadores del cambio, maestros con sed de justicia, maestros que busquen la perfección de sus alumnos a través de la formación y del buen acompañamiento. Maestros que trabajen con idoneidad y ética, maestros ESPECIALES por que la educación es ¡ESPECIAL! y las personas por las cuelas enseñamos, formamos y educamos son ESPECIALES.
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